El sábado 18, en el pabellón de
Amate, comenzamos la liga IMD, que presenta cambios con respecto al año pasado,
ya que en lugar de 10 equipos, la división de plata se conforma de 9 equipos,
con solo una plaza para el ascenso a la primera división. Sin entrar de lleno en el análisis, preveo
una importante pelea para el ascenso, con un favorito claro para mi, Devils
Rockets.
Fue también una tarde de reencuentros,
con nuestro gran amigo y ex componente, Triple J, que hizo un buen partido.
El sábado comenzamos con derrota,
totalmente merecida, ya que el rival fue superior a nosotros en juego.
Está
claro que en esta competición cualquier te puede pintar la cara, de modo que
hay que exigirse el 100% dentro de la cancha en todos los aspectos del juego.
El primer cuarto fue un periodo
de toma y daca. Nosotros intentábamos irnos en el marcador, pero el rival no se
iba, atacaba muy bien nuestra zona y anotaba canastas fáciles.
El segundo cuarto fuimos un
coladero, y en ataque no mantuvimos el ritmo, encajando un parcial de 15-5.
Recibimos puntos interiores, exteriores, nos pasaron por encima. No
reaccionamos nunca. Terminamos la primera mitad ocho abajo.
En el tercer cuarto intentamos
reparar el desaguisado del segundo cuarto. A pesar de que dicho periodo comenzó
con un triple para ellos que aumentaba la diferencia a 11 una mejora en ataque
consiguió que bajáramos la diferencia a cuatro, con un parcial 16-12 a nuestro favor.
La defensa mejoró también, poniéndonos en individual, pero no fue del todo
suficiente, porque desaprovechamos muchas opciones para culminar la remontada.
Llegamos a estar a tres 36-33, pero nuestro momento terminó sin dar la vuelta
al marcador y el rival acabó de apuntillarnos.
Hay que jugar mejor en ataque y
defensa, sabemos que podemos hacerlo, ahora solo tenemos que demostrarlo.
Lo mejor: El esfuerzo del equipo
en el tercer cuarto. Se defendió muy bien por momentos, pero no fue suficiente.
Lo peor: El segundo cuarto en líneas generales. En particular la
actitud de un jugador en concreto, Quique, que desapareció del partido en una
guerra inútil con el árbitro, perjudicando a su equipo.