El año 1992 fue importante para el país y para el deporte, y especialmente para Sevilla, pues la celebración de la Exposición universal en nuestra ciudad, hizo que la misma comenzara a crecer a una velocidad de vértigo, dotándose de unas infraestructuras importantes, como el tren de alta velocidad, lástima que dicho crecimiento no fuera aprovechado todo lo deseable que hubiera sido, pero esa es mi opinión, y efectivamente, es otra historia….
Del mismo modo, se celebraron las olimpiadas de Barcelona, que constituyeron también un despegue en el deporte español, aunque también en mi opinión, el asunto quedó a medias. Dichas olimpiadas nos trajeron al Dream Team de baloncesto, el único e inigualable conjunto de estrellas míticas, que jugaron como un autentico equipo. Como contrapunto, nuestra selección de baloncesto se estrelló de forma espectacular, recordemos el famoso “angolazo”, de los cuales sería participe uno de nuestros mitos nacionales, y mío en particular, un tal Juan Antonio San Epifanio, “Super Epi”.
Pero ese año 1992, no solo significaría para el baloncesto los sucesos comentados, sino que constituiría el nacimiento de algo que uno no podría pensar que podría durar hasta nuestros días. Quizás, ni siquiera a nivel local tendría importancia, a nivel regional resulta insignificante, y nivel nacional y mundial, no digamos, poco menos que una partícula diminuta. Pero para mí, y para un conjunto de personas, si significó y significa mucho. Era el comienzo de algo que perdura todavía en nuestros corazones, un ente que siempre se denominaría “el equipo”, bajo el amparo de muchos nombres, un conjunto de experiencias vitales todas ellas construidas alrededor de un deporte excepcional, el baloncesto.
No quiero ponerme místico. Aquel año comenzaba mi último año en el Antonio Machado. Me encontraba ya plenamente integrado en la ciudad y en el centro, y creo que fue un aviso en el tablón de anuncios, que me llamó la atención y que mencionaba la iniciativa de creación de un equipo de baloncesto del instituto, lo que me hizo presentarme en el lugar y a la hora indicadas, junto con otros chicos a los que igualmente les había llamado la atención dicha convocatoria.
Evidentemente allí estaban muchos de aquellos con los que había compartido los ratos en los recreos jugando al basket, y como mi memoria es torpe y no me cansaré de repetirlo, sería complicado recitar sin fallo a todos los que acudieron, pero si me acuerdo de los que conformaríamos el equipo ese año, algunos de ellos por sus nombres, y a otros, y ruego que me perdonen si leen esto, por sus motes.
Allí estaban o conformarían ese equipo, Menaya, Juani Arispón, su hermano y compañero mío de algunas clases, Manolo Arispón alias “Master” (por Master of puppets de Metálica), Jesús Berlanga, el Zarza, Jorge, Ivan Espejo, Pepe, nuestro querido Kurtinaitis, el Vomito, El Pajas, Jose Carlos, Fali y Danielo. Ah, y un servidor claro, Enrique Aguilar, alias “Majei”. Algunos jugarían todos los partidos, otros algunos menos, pero todos fueron protagonistas de la primera temporada de este equipo, que iba a inscribirse en los Juegos deportivos municipales para competir en la categoría senior. Me pregunto por qué la senior, si muchos de nosotros no teníamos todavía los 18 años, pero sé que nos enfrentamos a equipos con tipos que eran mayores de edad, así que debió ser esa categoría con seguridad.
Todo ello estaba organizado por el instituto, y al mando del proyecto, se encontraba un universitario que estudiaba creo que educación física, y si no recuerdo mal, su presencia pertenecía a un programa en el cual, alumnos de universidad se ocupaban de entrenar equipos de instituto. Creo que con ese patrón, también se constituyó el equipo de voleibol. No recuerdo el nombre del “coach”, aunque si se que le pusimos un mote, no recuerdo quien se lo puso, “el lepa”. No me pregunten el por qué, el que se acuerde que lo comente.
Así que así comenzamos la temporada 92/93, bajo el nombre, está claro, de IS Antonio Machado. Entrenaríamos los martes y los jueves, creo que de 16:30 a 18:30 (Recuerdo que en el año 1993, que hubo sequia en la ciudad y restricciones, teníamos que salir antes de los entrenos para poder ducharnos, pues cortaban el agua a las 19:00 horas), bajo el mando de nuestro entrenador, y para mi, era la vuelta a la pertenencia a un equipo, a disfrutar del baloncesto a nivel competición. En el pueblo entrenábamos todos los días, y jugábamos a nivel provincial, pero esto era para mí agua bendita.
Necesitabamos equipación y habia que costearla, asi que uno de los miembros del equipo, Jorge, se ofreció a través de su padre, para patrocinar dichas camisetas, poniendo la publicidad de su tienda, "Calafate". Todavia conservo la camiseta, de color verde. La nota discordante la puso Juani, que se negó a portar publicidad en su pecho, y cubrió la publicidad con una tela blanca (podeis verlo en la foto). La cara que puso Jorge al verle llegar fue espectacular. Aun la recuerdo, tras tantos años.
El caso es que allí empezamos a conocernos un poco mejor, y fortalecimos muchas relaciones que perduran hasta hoy. El quinteto inicial que repetiría tantos partidos lo formaban, los hermanos Arispón, en los puestos de 1 y 2, un servidor en el puesto de 3, Jesus Berlanga, en el puesto de 4, pero de cuatro moderno abierto con su gran tiro de tres, y Jose Menaya sería nuestro pívot dominador de la zona. Cuando Pepe, nuestro “George Gervin” particular, aparecía, su clase y calidad le daban titularidad indiscutible, pero no era asiduo al 100%. El zarza era un alero alto con su característico tiro a media vuelta, y sus pesas en los tobillos para fortalecer el salto. Jose Carlos un pivot grande y eficaz. Ivan espejo, un dos con mucho salto y espectacular. Fali un buen base con buena visión de juego, aunque era más futbolero. Kurtinaitis, con su tirito de media distancia. Danielo con un voluntad a prueba de bombas, etc etc.
Ese año no recuerdo como quedamos en la temporada, no nos clasificamos para la siguiente fase , y tuvimos quizás las mismas victorias que derrotas. En casa solíamos ganar, porque nos hacíamos fuertes gracias a que los tableros eran muy especiales y había que tenerles cogidos el truco para anotar a tabla, y el equipo tenía calidad, tanto exterior como interior. Pero todavía no estábamos engrasados. Como anécdota especial hay que destacar el primer partido que jugamos contra Martinez Montañés (en el cual estaban todos los que luego formarían parte de Basket San Pablo). El equipo contrario se presentó con cuatro, y le comentan al entrenador que ellos juegan con cuatro, que no les tengamos por no presentados. El entrenador accede, tras consultarlo con nosotros, y decide poner un “quinteto sorpresa”, formado por suplentes, quizás confiado en ganar fácil. El caso es que cuando quiere reaccionar, y pese a la introducción de los titulares, ya es demasiado tarde para remontar. El Martinez Montañés termina con victoria, pudiendo incluso un solo jugador con toda la defensa. Recuerdo la cantidad de puntos desde el mismo sitio que nos metió uno de sus jugadores, al que cariñosamente llamamos desde entonces “Metalica”, por que apareció con una camiseta de dicho grupo para jugar.
También recuerdo el partido con el Caja Pescao, que tenía un pívot de dos metros, bastante intimidador, con el que Menaya las tuvo tiesas, con un enfrentamiento que afortunadamente (para Menaya), no fue a más. De ese partido se hizo una crónica en el periódico del instituto, que está colgada en el blog.
Igualmente ese año comenzó nuestra rivalidad histórica con San Agustín, equipo que entonces tenía una serie de jugadores mayores (al menos lo eran para nosotros), que jugaban de una manera increíble, corriendo el contraataque de forma fulgurante, bien dirigidos por su base, Mario se llamaba, de enorme calidad y que en su cancha se hacían imbatibles. Durante los primeros años, solo una vez los tuvimos contra las cuerdas, perdimos de dos, y en su cancha, en uno de los mejores partidos que recuerdo que hicimos. El resto de enfrentamientos se saldaban con palizas a su favor, sobre todo en su cancha.
Como nota histórica, aquel año ganamos nuestro primer título, el cual se muestra en la foto que encabeza el artículo. Era un torneo entre centros que se jugaba en nuestra cancha durante la semana cultural. Participaron el Isbilya, San Pablo, Joaquin Turina y nosotros. Las semis fueron Antonio Machado-Joaquin Turina, y San Pablo-Isbilya.
En Joaquin Turina, jugaba un chico que entonces era canterano del Caja San Fernando y tenía cierta fama, y era un equipo bastante bueno, pero nosotros teníamos un equipo sólido más Pepe (un supercrack que nunca le dio importancia al basket), Menaya, el rey del rebote, y sobre todo a un excepcional Berlanga, que nos metería en la final con un triple en los últimos segundos, que manita. Hilo de seda le llaman.
En la otra semifinal, con un servidor de mesa, se metía el Isbilya. En San Pablo, jugaba un tal Enrique, que sería el base del posterior Basket San Pablo , junto con los miembros del Martinez Montañés, equipo con el que también tendríamos una rivalidad épica, y de Maverick, un equipo que tampoco duró mucho.
En la final, creo que nos fuimos a una prórroga, pero finalmente ganamos ante un equipo que termino con cuatro jugadores, por las faltas. Como anécdota famosa, está la tijera que desde el suelo le hizo Fali al base rival, cuando cayó tras previo empujón de éste. El sonido a un coco roto, que hizo la cabeza al impactar el suelo, nos hizo temer lo peor. Pero finalmente no pasó nada. Entonces lo que pasaba en el campo, se quedaba en el campo. La celebración del título fue famosa, con Juani Arispon al mando del micrófono ante un eufórico director del instituto.
Ese fue el balance. Primer año, primer título, todos nos estábamos conociendo, tanto personal como baloncestísticamente, habíamos ganado nuestra pequeña “final four”, nos divertíamos, ese año algunos terminábamos el instituto, se avecinaban nuevas experiencias, pero no todo iba a ser camino de rosas en el futuro….
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